sábado, 6 de junio de 2015

Ser la otra

Ahora que vivo en Quito noto que soy distinta. Soy la otra, la que no se parece, la que no encaja..
Encontré este texto que creo que es de mi amigo Javi Quarter, aqui lo dejo invitándo a la reflexión.

La vida es sabia y perra.

Sabia porque aprovecha la más mínima circunstancia para medrar, para crecer, para resistir. Imagina que eres una mujer, rebelde (no se conforma a las normas establecidas, que para las mujeres suelen ser muchas en cualquier parte del mundo), obrera (necesita trabajar para vivir, digo trabajar, no aprovecharse del trabajo de otros), y además pertenece a un colectivo a los que se suele estigmatizar (racial, social, sexualmente, etc).
Ahora imagina que en alguna parte del mundo algunas de estas cosas que hace o elije esta mujer, son la diferencia entre la vida y la muerte, no como aquí, que serás discriminada, apartada para hacer ciertas cosas, apestada para muchos, pero seguirás viva.
Pues bien, te adaptarías a escenarios realmente brutales, resistirías y vivirías, pero aquí está lo perro del asunto, juzgarías que alguna suerte de mérito tienes en relación con las que viven peor que tu, a las que incluso matan allí por hacer lo que tu aquí. Juzgarías por ejemplo que tu has decidido no tener hijos y que por eso las que los tienen viven peor, juzgarías que trabajas y te ganas tu independencia, mientras que otras mujeres se casan con un hombre que no las respetan, o juzgarías que tu sexualidad es normal y no te pones en evidencia para ser censurada. Y es que la vida necesita de todos los recursos disponibles, y el más preciado de los humanos, cuando al menos se ha comido un poco, es el mental, la necesidad de correspondencia entre lo que haces y lo que piensas, la necesidad de tener, encontrar o fabricar una justificación para lo que haces realmente, pues no es lo mismo pensar como se vive, que vivir como se piensa.
Y esto es tan perro, que podemos acabar justificando la muerte de otras personas defendiendo la vida de aquí, que es lo que hacemos todos los días con quienes lejos, a veces miles de kilómetros, otras veces aquí al lado pero separadas por la frontera de nuestra indiferencia o nuestra ceguera buscada a propósito, estamos contribuyendo a reforzar su dominación a favor de los mismos que nos dominan a nosotros, pues ellos sí que están globalmente organizados, nosotros solo corremos acosados buscando un agujero donde meternos, tanto aquí como allí.